La principal moneda de reserva mundial parece encaminarse a registrar su rendimiento anual más débil en más de una década. El índice del dólar estadounidense (DXY), que compara el dólar con una cesta de divisas principales, cayó alrededor de un 10 % a finales de septiembre, con pérdidas aún más pronunciadas frente a varias divisas individuales.
Durante el mismo período, el dólar se depreció un 13,5 por ciento frente al euro, un 13,9 por ciento frente al franco suizo, un 6,4 por ciento frente al yen japonés y un 5,6 por ciento frente a una cesta de importantes monedas de mercados emergentes.
¿Qué impulsó la liquidación del dólar en 2025?
La disminución reflejó una combinación de presiones estructurales de larga data y nuevas vulnerabilidades que se hicieron más pronunciadas en 2025.
Las preocupaciones persistentes incluyeron la creciente carga de la deuda estadounidense, que se vio exacerbada por la aprobación de la llamada “Big Beautiful Act”, junto con una erosión gradual de la ventaja de crecimiento de Estados Unidos, particularmente en medio de la incertidumbre en torno a los aranceles.
Al mismo tiempo, surgieron nuevos riesgos. Los inversores globales comenzaron a aumentar sus coberturas contra su exposición a los activos estadounidenses, revirtiendo años de disminución de las coberturas cuando la confianza en el llamado "excepcionalismo estadounidense" estaba en su apogeo. La incertidumbre política también lastró la confianza, desde dudas sobre la independencia de la Reserva Federal hasta una mayor sensibilidad del mercado a los titulares relacionados con los aranceles.
En conjunto, estas fuerzas produjeron uno de los episodios más notables de debilidad del dólar de los últimos tiempos.
Tres preguntas clave de cara a 2026
1. ¿Está el dólar en una tendencia bajista estructural?
A pesar de la pronunciada caída reciente, la evidencia no apunta a un colapso estructural total del dólar. Gran parte de esta debilidad refleja factores cíclicos e impulsados por las políticas: la desaceleración del crecimiento estadounidense, la reducción de los diferenciales de tasas de interés, la persistencia de los déficits fiscales y la elevada inflación. Los cambios en los flujos globales de capital, la renovada cobertura de activos en dólares y la disminución de la confianza en la política económica estadounidense aumentaron la presión.
Dicho esto, los pilares estructurales clave se mantienen intactos. El dólar sigue dominando como principal moneda de reserva y liquidación mundial y conserva su atractivo como refugio seguro en períodos de tensión.
Como resultado, parece más probable que el dólar esté entrando en una fase prolongada de debilidad cíclica en lugar de un declive estructural de largo plazo.
2. ¿La caída de 2025 ha vuelto atractivo al dólar?
Si bien la fuerte caída ha mejorado las valoraciones en comparación con principios de año, una perspectiva histórica más amplia sugiere que el dólar se mantiene relativamente caro. De las 34 principales monedas de mercados desarrollados y emergentes, solo nueve se consideran más sobrevaluadas que el dólar. Esto implica que el dólar se ha abaratado relativamente, pero no realmente.
3. ¿Cómo deberían los inversores posicionar sus carteras?
Para los inversores residentes en Estados Unidos, este entorno ofrece una oportunidad de aumentar la exposición a mercados no estadounidenses, no sólo porque muchos ofrecen mejores retornos ajustados al riesgo, sino también porque la exposición a divisas extranjeras ahora ofrece un mayor potencial alcista en relación con el dólar.
Para los inversores fuera de Estados Unidos, la exposición al dólar suele ser ya elevada debido a la alta ponderación de las acciones estadounidenses en los índices globales. En este caso, equilibrar los costos y beneficios de la cobertura cambiaria se vuelve crucial.
Los costos y la rentabilidad de las coberturas varían considerablemente. Son prácticamente nulos para los inversores del Reino Unido, rondan el 4 % anual en Japón o Suiza debido a los amplios diferenciales de tipos de interés, e incluso pueden generar rentabilidades positivas para los inversores en mercados de alto rendimiento como Sudáfrica.
¿Qué podría reemplazar al dólar?
A largo plazo, incluso con la continua debilidad del dólar, identificar una alternativa clara sigue siendo difícil. El oro ha ganado popularidad como refugio seguro, pero la ausencia de flujos de caja complica su valoración, mientras que su alta volatilidad limita su fiabilidad.
El yen japonés parece atractivo por su valoración, pero sustituir la exposición a la renta variable estadounidense por renta variable japonesa únicamente por razones cambiarias resulta impráctico, dado el predominio de los mercados estadounidenses. La cobertura total en una tercera divisa también añade complejidad y costes.
Como resultado, parece más apropiado adoptar un enfoque gradual y flexible para la cobertura cambiaria, teniendo en cuenta las diferencias de inflación y de tipos de interés entre los países.
La dinámica de la guerra comercial y una Fed en pausa dominan el 2025
Se prevé que el dólar cierre 2025 en territorio negativo, borrando las ganancias del año anterior y volviendo a niveles vistos por última vez en 2022, a pesar de que la Reserva Federal se mantuvo en gran medida a la espera durante la mayor parte del año.
El regreso de Donald Trump a la Casa Blanca y el lanzamiento de la "Guerra Comercial 2.0" lastraron la confianza, ya que los inversores temían que los aranceles fueran más perjudiciales para la economía estadounidense. Sin embargo, la posterior conclusión de acuerdos comerciales en condiciones relativamente más favorables para Estados Unidos contribuyó a un modesto repunte del dólar durante el verano.
A medida que los temores de recesión disminuyeron, las expectativas de inflación aumentaron debido a las preocupaciones sobre el impacto de los aranceles en los precios, lo que llevó a la Fed a adoptar una postura cautelosa y señalar su voluntad de ignorar aumentos temporales de precios siempre que no surgieran efectos inflacionarios secundarios.
Mercado laboral e inflación: el dilema de 2026
A medida que el mercado laboral se enfría, la Reserva Federal enfrenta el riesgo de estanflación, un escenario que podría extenderse hasta principios de 2026. A pesar de los esfuerzos de Jerome Powell por moderar las expectativas del mercado de recortes de tasas, los inversores están descontando una mayor flexibilización, en particular dada la posibilidad de nombrar un presidente de la Fed más moderado.
Sin embargo, estos recortes pueden ocurrir en el contexto de una economía más débil en lugar de un entorno de baja inflación, lo que dejaría al dólar vulnerable a mayores presiones, especialmente en el primer semestre de 2026.
El yen
La reanudación de la flexibilización de la Fed en un momento en que otros bancos centrales han pausado los recortes de tasas deja al dólar expuesto a una debilidad adicional, al menos en el primer trimestre de 2026.
Frente al yen, el nivel de 140 sigue siendo una prueba crítica, con el riesgo de que las autoridades japonesas intervengan si la moneda se debilita más allá de 158-160 por dólar.
Al mismo tiempo, el Banco de Japón puede volverse más asertivo a la hora de subir las tasas más adelante, particularmente si el crecimiento salarial continúa y la inflación se mantiene por encima del 2 por ciento.
El euro y la libra: caminos divergentes
Para el euro, la trayectoria de 2026 dependerá de la resiliencia del crecimiento europeo en relación con el ritmo de los recortes de tipos de interés en EE. UU. El par euro-dólar podría retroceder hacia 1,20 en un escenario positivo, o caer al rango de 1,13-1,10 si Europa decepciona.
Las perspectivas para la libra esterlina se presentan más desafiantes. La desaceleración del crecimiento y la moderación de la inflación hacia el 2% apuntan a nuevos recortes de tipos por parte del Banco de Inglaterra, lo que implica una mayor presión sobre la libra esterlina.
En una conversación con Matt Cunningham, economista de FocusEconomics, se analizaron las fuerzas clave que moldearon los mercados del petróleo y el gas en 2025 y las perspectivas para 2026. La conversación exploró cómo los fundamentos económicos, las decisiones políticas y los acontecimientos geopolíticos influyeron en las fluctuaciones de los precios del petróleo crudo y el gas natural, destacando las trayectorias divergentes de ambos productos. El debate también analizó el próximo año, abordando las expectativas de oferta y demanda, la capacidad de GNL y los riesgos geopolíticos que seguirán definiendo los mercados energéticos globales.
¿Cuáles fueron los factores económicos, fundamentales o geopolíticos clave que dieron forma a los precios del petróleo y el gas en 2025 y cuáles es probable que dominen en 2026?
Cunningham dijo que el gráfico del precio del crudo Brent de este año puede verse como un resumen visual de los eventos que definirán el mercado de 2025.
A lo largo del año, los precios continuaron la tendencia a la baja iniciada en abril del año anterior, mientras la OPEP+ persistía con los aumentos de producción mientras la economía china luchaba bajo el peso de un sector inmobiliario débil, una confianza del consumidor moderada, una alta deuda de los gobiernos locales y una desaceleración de la demanda externa.
Además, los aranceles del “Día de la Liberación” impuestos por el presidente estadounidense Donald Trump empujaron los precios a niveles de los que nunca se recuperaron totalmente, salvo un aumento temporal en junio impulsado por la guerra de 12 días entre Irán e Israel.
Desde entonces, los precios del Brent han seguido bajando después de que la OPEP+ sorprendiera al mercado con agresivos aumentos de producción destinados a recuperar participación de mercado de los productores no pertenecientes a la OPEP.
El gas natural siguió un camino diferente. Si bien los precios se vieron inicialmente afectados por el anuncio de las tarifas, la perspectiva general para 2025 se desvió marcadamente del petróleo. Los precios subieron, y el índice de referencia estadounidense Henry Hub alcanzó su nivel más alto en casi tres años.
La elección de Trump como presidente de EE. UU. impulsó los precios del gas en el país, ya que actuó con rapidez para acelerar las aprobaciones de las exportaciones de gas natural licuado (GNL). Esto provocó un aumento repentino de los envíos de GNL este año, alcanzando niveles récord.
De cara a 2026, FocusEconomics espera que persistan las principales tendencias de 2025:
Se proyecta que los precios promedio del crudo Brent caigan a su nivel más bajo desde la pandemia de COVID-19.
Se espera que los precios del gas natural en EE. UU. aumenten a su promedio anual más alto desde 2014, excluyendo el pico de 2022 vinculado a la guerra entre Rusia y Ucrania.
Se espera que la OPEP+ continúe aumentando la producción después de una pausa temporal en el primer trimestre de 2026, mientras que es probable que el crecimiento mundial se desacelere a medida que se desvanezcan los efectos de las exportaciones anticipadas antes de los aranceles estadounidenses.
La incertidumbre del lado de la oferta fue un tema importante en 2025. ¿Cómo afectan las decisiones de producción de la OPEP+ las perspectivas para el próximo año?
Se espera que la producción mundial de petróleo y gas aumente en 2026.
Instituciones como la Administración de Información Energética de Estados Unidos y la Agencia Internacional de Energía han elevado sus previsiones en los últimos meses, lo que refleja un aumento más rápido de la oferta de la OPEP+ y un fuerte crecimiento de la demanda de GNL estadounidense.
La pregunta clave no es si la producción aumentará, sino en cuánto.
Es probable que persistan las fricciones internas en la OPEP+. Rusia podría preferir niveles de producción más bajos dadas las sanciones estadounidenses, mientras que se espera que países como Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos presionen para aumentar la producción, respaldados por la capacidad disponible y el deseo de recuperar cuota de mercado de productores externos a la alianza.
Al mismo tiempo, países como Kazajstán e Irak siguen excediendo sus cuotas de producción, mientras que Angola salió del grupo a fines de 2023 luego de disputas sobre los niveles de producción permitidos.
En cuanto a la demanda, ¿considera que el crecimiento del consumo global se acerca a una meseta, o el mercado aún subestima la fortaleza de la demanda asiática en 2026?
Es probable que la demanda mundial de petróleo y gas aumente el próximo año.
FocusEconomics espera que la producción mundial de petróleo crezca un 1,1 por ciento en 2026, impulsada por una mayor producción en países no pertenecientes a la OPEP+ como Guyana y Estados Unidos.
También se prevé un aumento de la demanda de gas natural. La Agencia Internacional de la Energía estima un crecimiento de alrededor del 2 %, lo que impulsará el consumo a un nivel récord, impulsado por la creciente demanda de la industria y la generación de energía.
Asia sigue dependiendo en gran medida del GNL. La agencia proyecta que la demanda regional de gas aumentará más del 4 % en 2026, con un incremento de las importaciones de GNL de alrededor del 10 %.
Estas proyecciones podrían cambiar rápidamente si la economía mundial o el sector energético enfrentan nuevos shocks, por lo que el monitoreo continuo de pronósticos actualizados sigue siendo esencial.
Varios proyectos importantes de GNL han entrado en funcionamiento o están en marcha. ¿Cómo afectará la nueva capacidad, en particular la de Estados Unidos y Catar, a los precios mundiales del gas en 2026?
Se espera que los proyectos a gran escala en Qatar y Estados Unidos contribuyan a la convergencia de los precios mundiales del gas. Los pronósticos sugieren que la brecha relativa entre los precios del gas en EE. UU., que suelen ser más bajos debido a la abundante oferta interna, y los precios en Asia y Europa se reducirá a su nivel más bajo desde 2020, cuando la demanda se desplomó durante la pandemia.
En resumen, se espera que los envíos récord de GNL de EE. UU. eleven los precios internos y al mismo tiempo ejerzan presión a la baja sobre los precios en el extranjero.
A diferencia del petróleo, los mercados del gas presentan disparidades de precios regionales mucho mayores debido a las limitaciones del transporte. El petróleo puede transportarse directamente, mientras que el gas debe licuarse antes de su transporte transoceánico. La expansión de la capacidad de GNL debería contribuir a reducir estas brechas de precios regionales.
Geopolíticamente, en 2025 se observó volatilidad vinculada a Oriente Medio, Rusia y África Occidental. ¿Qué regiones representan el mayor riesgo u oportunidad para la estabilidad del suministro en 2026?
Las conversaciones de paz entre Rusia y Ucrania serán un factor crucial a tener en cuenta. Donald Trump ha impulsado un acuerdo de paz sin éxito y ha amenazado repetidamente con retirar su apoyo a Ucrania.
Si tales amenazas se materializaran, Europa y Ucrania tendrían dificultades para resistir a Rusia por sí solas, lo que podría conducir a un acuerdo de paz favorable a Moscú. Esto, a su vez, podría resultar en el levantamiento de las sanciones al sector petrolero ruso, impulsando la oferta mundial y ejerciendo presión a la baja sobre los precios del petróleo.
El final de 2025 fue brutal. Más de 1,2 billones de dólares en valor de mercado se evaporaron del mercado de criptomonedas en tan solo seis semanas. Bitcoin (BTC) perdió más del 30% de su valor, cayendo por debajo de los 82.000 dólares en medio de un fuerte vacío de liquidez.
Se liquidaron posiciones apalancadas, se aceleraron las salidas de ETF y los fondos pasivos retiraron capital simultáneamente.
Pero el panorama actual es diferente. El pánico se ha disipado, dejando paso a un mercado más disciplinado y centrado. Los precios se están recuperando, aunque lentamente, pero el factor subyacente esta vez parece más sólido.
Liquidez: donde todo comienza
El golpe más severo reciente no se debió al pánico minorista, sino a fuerzas puramente mecánicas. Business Insider informó que se liquidaron 19 000 millones de dólares en posiciones en un solo día, el mayor evento de este tipo en la historia de las criptomonedas. A medida que las instituciones se apresuraban a reducir el riesgo, el mercado se quedó sin ningún colchón.
Al mismo tiempo, los principales bancos centrales se acercan al final de sus ciclos de ajuste. La inflación está disminuyendo, el crecimiento se está desacelerando y los recortes de tasas ya han comenzado. Históricamente, Bitcoin suele tener un mejor rendimiento cuando la liquidez mejora y las tasas de interés bajan, ya que el costo de oportunidad de mantener activos sin rendimiento como BTC disminuye.
Oferta: ajuste silencioso
El impacto total del halving de 2024 ya es claramente visible. Los mineros reciben la mitad de las recompensas anteriores, lo que ha impulsado a muchos a reducir sus operaciones o consolidarlas.
Mientras tanto, los datos de CryptoQuant muestran que las reservas de Bitcoin están en sus niveles más bajos desde 2018. Las monedas simplemente no se están moviendo como solían hacerlo.
Una gran parte de la oferta está prácticamente bloqueada en carteras a largo plazo, ETF y bonos corporativos. Los datos on-chain sugieren que la oferta activa es escasa. Si bien aún no se ha materializado un shock total de oferta, el mercado se acerca a uno.
Demanda: sigue presente, pero a un ritmo más lento
Las entradas de ETF se estancaron en el último trimestre de 2025, pero no se desplomaron, un cambio importante en comparación con ciclos anteriores. Más de 50 000 millones de dólares se destinaron a ETFs de Bitcoin al contado durante el último año, y la mayor parte de ese capital ha permanecido en el mercado.
Los administradores de activos ven cada vez más a Bitcoin como una asignación estratégica en lugar de una operación a corto plazo.
Luego está Strategy, que aún posee más de 430.000 bitcoins y recientemente recaudó 1.400 millones de dólares en efectivo. Según un análisis de JPMorgan, mientras la compañía no se vea obligada a vender y su múltiplo de valor de mercado a valor liquidativo (mNAV) se mantenga por encima de 1, podría actuar como un pilar estabilizador para el mercado.
A esto se suma la próxima decisión del MSCI en enero, que determinará si las empresas con una fuerte exposición a las criptomonedas permanecen en los principales índices. Esto representa un factor estructural con importantes implicaciones para el mercado.
Perspectivas para 2026
No existe un consenso total, pero las previsiones más creíbles sitúan a Bitcoin en un rango de entre $120,000 y $170,000. Esta perspectiva se basa en los flujos de ETF, la restricción de la oferta y la mejora de las condiciones de liquidez.
Fundstrat adopta una postura mucho más agresiva, proyectando precios superiores a los 400.000 dólares. El modelo ajustado a la volatilidad de JPMorgan, comparado con el oro, sugiere que se podrían alcanzar los 170.000 dólares si Bitcoin continúa atrayendo capital de forma similar a las materias primas, en particular el oro.
Sin embargo, casi nadie prevé una euforia absoluta. La opinión predominante es la de un avance gradual y mesurado, en lugar de un aumento parabólico.
Riesgos clave
Las salidas de ETF podrían regresar rápidamente si el contexto macroeconómico se deteriora.
El hackeo de Bybit sirvió como recordatorio de que la seguridad sigue siendo un punto débil, y Decrypt reportó pérdidas de $1.4 mil millones debido a una violación de una billetera caliente.
Si el MSCI excluyera empresas como Strategy, el mercado podría enfrentar salidas pasivas negativas de hasta 2.800 millones de dólares.
Análisis técnico: ¿una fase correctiva hacia finales de 2026?
Desde el mínimo de 2022, cerca de los $16,500, hasta el máximo de 2025, cerca de los $126,000, Bitcoin parece haber completado un avance de cinco ondas según la teoría de las Ondas de Elliott. Si este marco se mantiene, un movimiento por debajo de los $108,000 para finales de año podría marcar el inicio de una corrección más prolongada.
Según la teoría de Elliott, las correcciones posteriores a las cinco ondas suelen desarrollarse en tres fases: un descenso (A), un rebote (B), seguido de un retroceso más profundo (C). Si este escenario se cumple, Bitcoin podría permanecer bajo presión hasta mediados de 2026. Los niveles de soporte potenciales clave se encuentran cerca de los $84,000, $70,000 y $58,000.
Conclusión: un mercado más resiliente, pero con dos caminos posibles
Bitcoin entra en 2026 con una estructura de mercado más madura: mayor liquidez, oferta limitada y una demanda institucional que no ha desaparecido. Estos factores sientan las bases para una renovada fortaleza si las condiciones se mantienen favorables.
Al mismo tiempo, la reciente ruptura y la posibilidad de que ya se haya completado un ciclo alcista importante dejan la puerta abierta a una fase correctiva más larga.
Independientemente de si Bitcoin se dirige hacia otra etapa alcista o ya ha alcanzado su pico, la siguiente fase estará impulsada más por la mecánica subyacente que por el sentimiento especulativo.
Desde las burbujas de inteligencia artificial hasta un aumento del gasto gubernamental, y desde las caídas del mercado inmobiliario hasta los aumentos repentinos de los precios del petróleo, es probable que estos factores estén entre las fuerzas más influyentes que darán forma a los mercados globales en 2026, ya sea de manera negativa o positiva.
1. El estallido de la burbuja de la inteligencia artificial
Las empresas tecnológicas estadounidenses no generan retornos comerciales tangibles a partir de la inteligencia artificial, lo que plantea interrogantes sobre la lógica detrás de las inversiones masivas en hardware, software y sectores relacionados. Las acciones tecnológicas caen drásticamente, afectando al 20% de las personas con mayores ingresos en Estados Unidos, quienes poseen la mayor parte de las acciones estadounidenses de propiedad nacional.
Después de que estas ganancias de riqueza habían respaldado el crecimiento del gasto de consumo durante los últimos dos años, en un momento en que el 60% más pobre de la población pasaba por dificultades, la erosión de la riqueza de los hogares conduce a un consumo más débil en 2026.
La inversión en inteligencia artificial también disminuye drásticamente, lo que presiona a los sectores de la construcción y la inversión de capital, que se estima que aportaron alrededor de un punto porcentual al crecimiento económico de EE. UU. en 2025, y aún menos si se excluyen los equipos importados. Esta caída por sí sola sería suficiente para llevar al mercado laboral estadounidense a una recesión total.
Impacto: Estados Unidos entra en recesión, y Europa se ve afectada en menor medida. La Reserva Federal se ve obligada a recortar los tipos de interés a un ritmo mucho más rápido.
2. El Congreso aprueba “rebajas arancelarias” antes de las elecciones de mitad de período
La política fiscal representa uno de los principales riesgos al alza para el crecimiento y la inflación en 2026. El presidente Donald Trump presiona al Congreso para que emita cheques de 2.000 dólares a 150 millones de estadounidenses bajo la etiqueta de "reembolsos arancelarios", lo que revive el recuerdo de los paquetes de estímulo de la era de la pandemia que ayudaron a disparar la inflación.
Aunque las matemáticas no cuadran del todo y ya se han utilizado los aranceles para justificar la llamada “grande y hermosa factura”, la presión política podría intensificarse a medida que se acercan las elecciones intermedias de noviembre.
Si bien estas medidas podrían ayudar al 60% más pobre de los consumidores estadounidenses que luchan con los altos costos de vida, una gran parte de los fondos podría usarse para pagar deudas, lo que limitaría el impacto general en el crecimiento en comparación con 2020-2021.
Impacto: Mayor crecimiento en EE. UU. y mayor inflación. La Reserva Federal adopta una postura más restrictiva, dependiendo del grado de influencia política sobre las decisiones de política monetaria.
3. La inflación regresa debido a los cuellos de botella de suministro relacionados con la IA
Muchos economistas, en particular las voces más moderadas de la Reserva Federal, esperan que la inteligencia artificial genere un importante impulso a la productividad que ayudaría a reducir la inflación. Pero ¿qué pasaría si esta suposición resultara errónea?
A corto plazo, la inversión masiva en infraestructura de IA podría desplazar otras actividades económicas. Se prevé que los centros de datos representen alrededor del 10 % de la demanda eléctrica estadounidense para 2030, lo que ejercerá una presión creciente sobre las redes eléctricas mundiales y aumentará el riesgo de cortes de suministro y precios más altos.
Al mismo tiempo, las crecientes necesidades de inversión podrían crear nuevas escaseces de oferta, especialmente a medida que las normas de inmigración se endurecen en Estados Unidos y Europa, lo que podría impulsar nuevamente el crecimiento de los salarios.
Impacto: Mayor inflación global y un cambio por parte de los bancos centrales hacia el aumento de las tasas de interés.
4. El presidente Trump reduce los aranceles a medida que se intensifican sus efectos negativos
Hay dos posibles vías para una reducción del arancel promedio actual en EE. UU., de alrededor del 16 %. La primera es una decisión preelectoral del gobierno de reducir los aranceles, como hizo recientemente con algunos productos alimenticios.
Si bien unos ingresos arancelarios más bajos complicarían los esfuerzos para asegurar la aprobación del Congreso para planes de “reembolso arancelario”, el presidente podría en última instancia eliminar las barreras comerciales para aliviar la presión sobre los precios al consumidor.
La segunda vía implicaría un fallo de la Corte Suprema que declare ilegales los aranceles impuestos bajo poderes de emergencia, lo que invalidaría la mayoría de los aranceles a nivel nacional. El presidente podría responder recurriendo a otras herramientas, como la Sección 122, que permite aranceles temporales de hasta el 15% durante 150 días, pero el resultado sería mucho más caótico.
Impacto: Crecimiento más rápido e inflación más baja, con la Reserva Federal considerando el impulso del crecimiento como dominante y desacelerando el ritmo de los recortes de tasas en Estados Unidos.
5. Los consumidores europeos empiezan a gastar con más libertad
La tasa de ahorro de la zona del euro se sitúa en torno al 15%, aproximadamente tres puntos porcentuales por encima de su media anterior al Covid, y las intenciones de ahorro siguen siendo elevadas.
Sin embargo, después de reconstruir los ahorros tras la crisis energética de 2022, y con la inflación estabilizándose cerca del 2%, los consumidores pueden comenzar a gastar más agresivamente en 2026, particularmente si los gobiernos logran reducir la incertidumbre en torno a las políticas de pensiones.
Impacto: El crecimiento de la zona del euro aumenta por encima de la tendencia, superando el 1,5% anual, lo que impulsa al Banco Central Europeo a subir los tipos de interés a finales de 2026.
6. El deterioro de las relaciones entre Estados Unidos y China altera el suministro de tierras raras.
Las tensiones entre Washington y Beijing se aliviaron después de que una reunión directa entre los presidentes Trump y Xi Jinping resultó en una tregua de 12 meses, lo que implica aranceles estables y restricciones a las exportaciones durante la mayor parte de 2026.
Sin embargo, la tregua sigue siendo frágil, y cualquier error de cálculo podría descarrilarla. A falta de moderación, podrían imponerse medidas no arancelarias, como restricciones a las exportaciones de tierras raras.
Impacto: Consecuencias directas para los sectores de semiconductores, automoción y defensa, con posible escasez y aumentos de precios que alimentan la inflación.
7. Un aumento de los precios del petróleo impulsado por renovadas tensiones geopolíticas
El mayor riesgo alcista para los precios del petróleo sigue vinculado al suministro ruso, en medio de las sanciones estadounidenses y los continuos ataques ucranianos a la infraestructura energética.
Si bien se asume ampliamente que el petróleo ruso seguirá encontrando formas de evadir las sanciones, una efectividad mayor a la esperada podría reducir el superávit esperado en 2026, lo que plantea riesgos al alza para el pronóstico actual del crudo Brent de 57 dólares por barril.
Los acontecimientos que involucran a Estados Unidos y Venezuela agregan más incertidumbre, junto con la fragilidad del alto el fuego en Gaza, que podría revivir los riesgos de suministro desde Medio Oriente.
Impacto: Crecimiento global más lento y mayor inflación, con bancos centrales inclinados a aumentar las tasas o desacelerar el ritmo de flexibilización.
8. Estrés fiscal a medida que los inversores en bonos pierden confianza
Hasta ahora, los inversores se han mostrado sorprendentemente tolerantes con la trayectoria del déficit fiscal estadounidense, respaldados por la incertidumbre económica y la reducción de los tipos de interés. Sin embargo, las finanzas públicas estadounidenses siguen siendo frágiles, y se espera que el déficit se mantenga entre el 6% y el 7%.
Las preocupaciones de los inversores sobre la escala de la emisión de deuda podrían intensificarse, en particular si la expansión fiscal coincide con una política monetaria acomodaticia y renovados temores inflacionarios.
Europa no es inmune, ya que las presiones podrían extenderse desde Francia ante el aumento de las demandas de gasto, especialmente en defensa. Los rendimientos de los bonos podrían subir drásticamente, y el resultado económico dependería de las respuestas de los bancos centrales: un retorno a la flexibilización cuantitativa o un ajuste fiscal forzado.
Impacto: Recortes dolorosos al gasto gubernamental, particularmente en Europa, y un crecimiento más débil.
9. China se desliza hacia una desaceleración más profunda a medida que se intensifica la corrección inmobiliaria
Tras estabilizarse a principios de 2025, los precios inmobiliarios reanudaron una caída más rápida a partir de mediados de año. Los inventarios se mantienen altos y la inversión inmobiliaria sigue lastrando considerablemente el crecimiento.
La preocupación por el impago resurgió después de que Vanke solicitara una prórroga en el pago de un bono. A pesar de las políticas de apoyo en 2024, el impulso se desvaneció en 2025, con crecientes peticiones de permitir que el ciclo siga su curso, una postura que podría conllevar graves riesgos.
Impacto: erosión de la riqueza de los hogares, deterioro de la calidad de los activos bancarios y un pesimismo arraigado que socava el cambio hacia un crecimiento impulsado por el consumo.
10. La guerra de Ucrania termina con un acuerdo de paz integral y duradero.
Si las negociaciones de paz tienen éxito, el impacto económico dependerá de cómo se aborden las cuestiones no resueltas, como el reconocimiento territorial, y de la durabilidad del alto el fuego.
En un escenario optimista, los esfuerzos de reconstrucción podrían impulsar la actividad económica y la confianza en Europa del Este. La bajada de los precios de la energía, en función del alivio de las sanciones, también podría impulsar el consumo mundial.
Sin embargo, los analistas energéticos señalan que los suministros de petróleo ruso no han disminuido significativamente en los últimos años, lo que limita el impacto en el equilibrio de la oferta mundial, aunque los riesgos de suministro disminuirían. El mercado del gas experimentaría un mayor impacto si Europa reanudara las compras de gas ruso.
Impacto: Los precios más bajos de la energía impulsan el crecimiento global, lo que podría llevar a algunos bancos centrales, incluido el Banco de Inglaterra, a adoptar una postura más acomodaticia de lo esperado.